Ninguna queja subjetiva de déficit de memoria. Ningún déficit de memoria evidente en la entrevista clínica.
Quejas subjetivas de déficit de memoria, con mayor frecuencia en las siguientes áreas: (a) olvido de dónde ha colocado objetos familiares; (b) olvido de nombres que antes conocía bien. Ninguna evidencia objetiva de déficit de memoria en la entrevista clínica. Ningún déficit objetivo en situaciones laborales o sociales. Preocupación adecuada con respecto a la sintomatología.
Déficits claros más tempranos. Manifestaciones en más de una de las siguientes áreas: (a) el paciente puede haberse perdido al viajar a un lugar desconocido; (b) los compañeros de trabajo se dan cuenta del rendimiento relativamente bajo del paciente; (c) el déficit en la búsqueda de palabras y nombres se hace evidente para los íntimos; (d) el paciente puede leer un pasaje o un libro y retener relativamente poco material; (e) el paciente puede demostrar una menor facilidad para recordar nombres al ser presentado a nuevas personas; (f) el paciente puede haber perdido o extraviado un objeto de valor; (g) el déficit de concentración puede ser evidente en las pruebas clínicas. Las pruebas objetivas del déficit de memoria sólo se obtienen con una entrevista intensiva. Disminución del rendimiento en entornos laborales y sociales exigentes. La negación comienza a manifestarse en el paciente. La ansiedad de leve a moderada acompaña a los síntomas.
Déficit claro en la entrevista clínica cuidadosa. Déficit manifiesto en las siguientes áreas: (a) disminución del conocimiento de acontecimientos actuales y recientes; (b) puede mostrar cierto déficit en la memoria de su historia personal; (c) déficit de concentración elicitado en restas seriadas; (d) disminución de la capacidad para viajar, manejar las finanzas, etc. Frecuentemente no hay déficit en las siguientes áreas: (a) orientación en tiempo y lugar; (b) reconocimiento de personas y caras familiares; (c) capacidad para viajar a lugares familiares. Incapacidad para realizar tareas complejas. La negación es el mecanismo de defensa dominante. Es frecuente el aplanamiento del afecto y el retraimiento ante situaciones desafiantes.
El paciente ya no puede sobrevivir sin algún tipo de ayuda. El paciente es incapaz durante la entrevista de recordar un aspecto relevante importante de su vida actual, por ejemplo, una dirección o un número de teléfono de hace muchos años, los nombres de familiares cercanos (como nietos), el nombre del instituto o la universidad en la que se graduó. Es frecuente cierta desorientación respecto al tiempo (fecha, día de la semana, estación, etc.) o al lugar. Una persona culta puede tener dificultades para contar de 40 en 4 o de 20 en 2. Las personas en esta fase conservan el conocimiento de muchos hechos importantes relativos a sí mismas y a los demás. Invariablemente saben sus propios nombres y, por lo general, conocen los nombres de sus cónyuges e hijos. No necesitan ayuda para ir al baño ni para comer, pero pueden tener alguna dificultad para elegir la ropa adecuada que ponerse.
Puede olvidar ocasionalmente el nombre del cónyuge del que depende por completo para sobrevivir. Desconocerán en gran medida todos los acontecimientos y experiencias recientes de su vida. Conservarán algún conocimiento de sus vidas pasadas, pero éste será muy incompleto. Generalmente desconocen su entorno, el año, la estación, etc. Puede tener dificultades para contar de 10 en 10, tanto hacia atrás como, a veces, hacia delante. Requerirán cierta ayuda para las actividades de la vida diaria, por ejemplo, pueden llegar a tener incontinencia, necesitarán ayuda para viajar pero ocasionalmente podrán desplazarse a lugares conocidos. Ritmo diurno frecuentemente alterado. Casi siempre recuerda su propio nombre. Con frecuencia siguen siendo capaces de distinguir a las personas familiares de las desconocidas en su entorno. Se producen cambios emocionales y de personalidad. Estos son bastante variables e incluyen: (a) comportamiento delirante, por ejemplo, los pacientes pueden acusar a su cónyuge de ser un impostor, pueden hablar con figuras imaginarias del entorno o con su propio reflejo en el espejo; (b) síntomas obsesivos, por ejemplo, la persona puede repetir continuamente actividades simples de limpieza; (c) pueden aparecer síntomas de ansiedad, agitación e incluso comportamientos violentos antes inexistentes; (d) abulia cognitiva, es decir, pérdida de fuerza de voluntad porque el individuo no puede mantener un pensamiento el tiempo suficiente para determinar un curso de acción intencionado.
En el transcurso de esta etapa se pierden todas las capacidades verbales. Con frecuencia no hay habla en absoluto, sólo enunciados ininteligibles y la rara aparición de palabras y frases aparentemente olvidadas. Incontinente de orina, requiere asistencia para ir al baño y alimentarse. Las habilidades psicomotoras básicas, por ejemplo, la capacidad de andar, se pierden con la progresión de esta etapa. Parece que el cerebro ya no es capaz de decirle al cuerpo lo que tiene que hacer. Con frecuencia se presentan rigidez generalizada y reflejos neurológicos de desarrollo.
1. Sin deterioro cognitivo
Ninguna queja subjetiva de déficit de memoria. Ningún déficit de memoria evidente en la entrevista clínica.
2. Deterioro cognitivo muy leve
Quejas subjetivas de déficit de memoria, con mayor frecuencia en las siguientes áreas: (a) olvido de dónde ha colocado objetos familiares; (b) olvido de nombres que antes conocía bien. Ninguna evidencia objetiva de déficit de memoria en la entrevista clínica. Ningún déficit objetivo en situaciones laborales o sociales. Preocupación adecuada con respecto a la sintomatología.
3. Deterioro cognitivo leve
Déficits claros más tempranos. Manifestaciones en más de una de las siguientes áreas: (a) el paciente puede haberse perdido al viajar a un lugar desconocido; (b) los compañeros de trabajo se dan cuenta del rendimiento relativamente bajo del paciente; (c) el déficit en la búsqueda de palabras y nombres se hace evidente para los íntimos; (d) el paciente puede leer un pasaje o un libro y retener relativamente poco material; (e) el paciente puede demostrar una menor facilidad para recordar nombres al ser presentado a nuevas personas; (f) el paciente puede haber perdido o extraviado un objeto de valor; (g) el déficit de concentración puede ser evidente en las pruebas clínicas. Las pruebas objetivas del déficit de memoria sólo se obtienen con una entrevista intensiva. Disminución del rendimiento en entornos laborales y sociales exigentes. La negación comienza a manifestarse en el paciente. La ansiedad de leve a moderada acompaña a los síntomas.
4. Deterioro cognitivo moderado
Déficit claro en la entrevista clínica cuidadosa. Déficit manifiesto en las siguientes áreas: (a) disminución del conocimiento de acontecimientos actuales y recientes; (b) puede mostrar cierto déficit en la memoria de su historia personal; (c) déficit de concentración elicitado en restas seriadas; (d) disminución de la capacidad para viajar, manejar las finanzas, etc. Frecuentemente no hay déficit en las siguientes áreas: (a) orientación en tiempo y lugar; (b) reconocimiento de personas y caras familiares; (c) capacidad para viajar a lugares familiares. Incapacidad para realizar tareas complejas. La negación es el mecanismo de defensa dominante. Es frecuente el aplanamiento del afecto y el retraimiento ante situaciones desafiantes.
5. Deterioro cognitivo moderadamente grave
El paciente ya no puede sobrevivir sin algún tipo de ayuda. El paciente es incapaz durante la entrevista de recordar un aspecto relevante importante de su vida actual, por ejemplo, una dirección o un número de teléfono de hace muchos años, los nombres de familiares cercanos (como nietos), el nombre del instituto o la universidad en la que se graduó. Es frecuente cierta desorientación respecto al tiempo (fecha, día de la semana, estación, etc.) o al lugar. Una persona culta puede tener dificultades para contar de 40 en 4 o de 20 en 2. Las personas en esta fase conservan el conocimiento de muchos hechos importantes relativos a sí mismas y a los demás. Invariablemente saben sus propios nombres y, por lo general, conocen los nombres de sus cónyuges e hijos. No necesitan ayuda para ir al baño ni para comer, pero pueden tener alguna dificultad para elegir la ropa adecuada que ponerse.
6. Deterioro cognitivo grave
Puede olvidar ocasionalmente el nombre del cónyuge del que depende por completo para sobrevivir. Desconocerán en gran medida todos los acontecimientos y experiencias recientes de su vida. Conservarán algún conocimiento de sus vidas pasadas, pero éste será muy incompleto. Generalmente desconocen su entorno, el año, la estación, etc. Puede tener dificultades para contar de 10 en 10, tanto hacia atrás como, a veces, hacia delante. Requerirán cierta ayuda para las actividades de la vida diaria, por ejemplo, pueden llegar a tener incontinencia, necesitarán ayuda para viajar pero ocasionalmente podrán desplazarse a lugares conocidos. Ritmo diurno frecuentemente alterado. Casi siempre recuerda su propio nombre. Con frecuencia siguen siendo capaces de distinguir a las personas familiares de las desconocidas en su entorno. Se producen cambios emocionales y de personalidad. Estos son bastante variables e incluyen: (a) comportamiento delirante, por ejemplo, los pacientes pueden acusar a su cónyuge de ser un impostor, pueden hablar con figuras imaginarias del entorno o con su propio reflejo en el espejo; (b) síntomas obsesivos, por ejemplo, la persona puede repetir continuamente actividades simples de limpieza; (c) pueden aparecer síntomas de ansiedad, agitación e incluso comportamientos violentos antes inexistentes; (d) abulia cognitiva, es decir, pérdida de fuerza de voluntad porque el individuo no puede mantener un pensamiento el tiempo suficiente para determinar un curso de acción intencionado.
7. Deterioro cognitivo muy grave
En el transcurso de esta etapa se pierden todas las capacidades verbales. Con frecuencia no hay habla en absoluto, sólo enunciados ininteligibles y la rara aparición de palabras y frases aparentemente olvidadas. Incontinente de orina, requiere asistencia para ir al baño y alimentarse. Las habilidades psicomotoras básicas, por ejemplo, la capacidad de andar, se pierden con la progresión de esta etapa. Parece que el cerebro ya no es capaz de decirle al cuerpo lo que tiene que hacer. Con frecuencia se presentan rigidez generalizada y reflejos neurológicos de desarrollo.